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Thursday, May 19, 2011

Aquiles_Nazoa_ROMANCE EN CELEBRACIÓN DEL MES DE LA RASPAZÓN



Ya, lector, llegó Don Julio, ya de portón en portón llegó Don Julio anunciando que empieza la raspazón. Y a darle un recibimiento digno de su condición, los gallardos estudiantes, sin ninguna distinción, se quitan de zoquetadas y dejan el camastrón. Mirad aquel, por ejemplo. mirad aquel mocetón, aquel que viviendo en Catia va a estudiar para el Panteón...Abrumado bajo el peso de su actual preocupación- la raspazón y Don Julio, Don Julio y la raspazón -; con más corotos encima que si fuera de excursión, la boina hasta las orejas cual gorrita de Pierrot, enrojecidos los ojos y el semblante todo hinchón; levantada la solapa como un viejo con pestón, y al hombro la inevitable silletica de extensión. con la que parece un hijo del Hombre de la Emulsión; con su tesis bajo el brazo, con su librote marrón que ya de tan manoseada parece de chicharrón; con sus cuadernos de apuntes, con sus tizas de color, con su caucho por los hombros tipo Cristóbal Colón, allí va el pobre estudiante cargado como un camión, en busca de una placita o un sosegado rincón, en donde poder fajarse- fajarse como un león -a meterse en el cacumen esa notamentazón y esa pila de bichitos que parecen de masón y esas cuentas del carrizo que uno no sabe qué son porque les ponen letricas en vez de numeración. ¿Por qué no estudia en la casa? Decidme, ¿por qué razón? Porque en la casa no hay forma de concentrar la atención: Que si Fulano te busca, que si esta noche hay Simón, que si coge el cenicero que me quemas el sillón, que si molesto a Antonieta, que si despierto a Ramón, que si tanto echar jareta con tu estudio y tu cuestión para que de todos modos te raspen como un lechón. Y así va el pobre estudiante cargado como un camión, con su thermo, con su caucho, con su silla de extensión, y con los demás corotos de que ya hicimos mención, en busca de una placita o de un simple callejón donde estudiar sin que nadie le eche a perder la cuestión. Por el día en El Calvario, por la noche en el Panteón, a veces junto a una estatua, a veces junto a un farol, a veces junto a una mata que según su vocación unas veces es de mango y otras veces de mamón. Allí está el pobre estudiante, fajado como un campeón, con su thermo, con su caucho, con su silla de extensión y todas las otras cosas de igual significación que según tengo entendido ya nombré en otra ocasión. Desde aquí lo estoy mirando, aquí, desde mi balcón, estoy mirando la estampa del estudiante en cuestión. Miradlo cuán solo llega, mirad su noble expresión: de no más verle la cara se le ve la vocación !Antes de entrar en materia fue a buscar inspiración y en la venta de tostadas se pegó tres de jamón.
Y en este momento vuelve satisfecho y barrigón, listo a agarrar esa tesis y entrarles como un campeón. Miradlo sacar sus notas, mirad con que decisión se saca todas las tizas que carga en el pantalón; mirad el gesto resuelto con que da un solo tirón, echando mano del thermo le quita al thermo el tapón y ¡observad con cuantas ganas se empina el thermo en cuestión! y como distiende el forro de la silla de extensión y como despliega el caucho y agarra el libro marrón y en la actitud del que lee con sostenida atención, ¡se queda toda la noche durmiendo como un lirón!

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