Entrada

Monday, December 24, 2007

Dictadura mediática.
Pare de sufrir.
Luis Britto García.
Diario “Últimas Noticias”.

Cinco: Horóscopo. El divino Leafar Zeravla lee nuestro destino en el Tarot que anticipa hora por hora las influencias favorables en los Doce Ca­nales del Zodíaco, para su horóscopo per­sonalizado llame al teléfono que ve en pantalla.
Seis: Noticiero. Todos nos ponemos seriecitos y comentamos las noticias que anuncian un mundo donde todos comentan las noticias que anuncian un mundo donde la única noticia es que se comentan las no­ticias que usted ve en pantalla.
Siete: Salud. Vestidos con monos y za­patos de marca, hacemos aerobics al com­pás de la chica rubia que explica los pasos para el desarrollo de los abdominales en el nuevo maravilloso aparato de gimnasia que usted puede usar en su casa llamando al número que ve en pantalla.
Ocho: Infantiles. Todos nos ponemos los trajes súper robóticos para derrotar a la Ardilla Láser en el planeta Coltrax lo cual sólo lograremos con el súper cereal Whoopi Wampi que aparece en pantalla.
Nueve: Talk Show. Reunidos bajo la di­rección de la sin par Vidalina nos insulta­mos, nos contamos nuestras humillacio­nes, explicamos por qué sólo nos excitamos cuando la pareja nos engaña con una jirafa, por qué nuestro consuelo es sólo el extrac­to de hierbas mágico para reducir, que us­ted ve en pantalla.
Diez: Hogar. Cocinamos el pastel de tru­fas según las instrucciones del chef Gianpaolo mientras en el infomercial nos explican los misterios de la nueva aspira­dora secadora rizadora que sólo se puede adquirir si antes de cinco minutos llama al teléfono que usted ve en pantalla.
Once: Moda. Gioia nos explica la nueva moda en tacones que usted puede adquirir llamando al número que ve en pantalla.
Doce: Noticias. Una vez más encorbatados, relatamos que la noticia consiste en que todos escuchan noticias sobre un mun­do donde todos escuchan las noticias que usted ve en pantalla.
Una: Opinión. Encorbatados y abrillan­tados opinamos opiniones contra los opinadores que no opinan porque no salen en pantalla.
Dos: Farándula: En todo el mundo nos conmovemos ante la noticia de los sesenta millones y dos mansiones que debe darle para su divorcio Ringo McCartney a su ex Britney Jackson en compensación del arre­glo de Brad Dillon de cien millones y seis mansiones por el divorcio con la princesa Stefania de Alba a fin de que ésta pueda se­guir su contubernio con la dinámica Debra Madonna y sus diez hijos adoptivos a cam­bio de la toalla sanitaria que usted ve en pantalla.
Tres: Educativos. Convertidos en larvas somos devorados por peces que son traga­dos por sapos que son engullidos por cule­bras que son deglutidas por pájaros que son tragados por gavilanes que son devora­dos por las cámaras que los muestran en pantalla.
Cuatro: Western. Disfrazados de grin­gos exterminamos indios escondidos en el desierto de Topeka hasta que liega la caba­llería que trae el fungicida para los pies que usted ve en pantalla.
Cinco: Concursos. A disfrazarse todos de cochinos vendados y hacer equilibrios sobre pelotas enjabonadas para agarrar con la boca la llave que nos permitirá abrir el cofre enigma que encierra el premio del teléfono celular que ve en pantana.
Seis: Videoclips. Pintarrajeados y vesti­dos con jeans de lentejuelas nos desgañita-mos gritando fuck you entre nieblas de efectos especiales y luces de estroboscopio que alumbran el equipo de sonido digital que usted ve en pantalla.
Siete: Teleserie. Chapeados como agentes del FBI y la CÍA exterminamos mañosos convertidos en terroristas con­vertidos en árabes que sólo podemos li­quidar invadiendo el refresco que usted ve en pantalla.
Ocho: Deportes. Todos gritamos ante el lanzamiento que va hacia el home don­de vemos la gran marca de bebida alcohó­lica en pantalla que deja divisar el uni­forme con el logo de la cerveza que usted ve en pantalla y el batazo que deja ver el flaicito que se pierde hacia la pancarta con el anuncio del whisky que usted ve en pantalla.
Nueve: Dramáticos. Todos lloramos, nos gritamos, nos reprochamos habernos engañado, al fin somos recompensados de tanto sufrimiento, él casándose con el Prín­cipe Azul, ella casándose con la bella Ceni­cienta en la agencia de festejos que usted ve en pantalla.
Diez: Humor: Codo a codo con Bobolo y Tontolo disfrazados de transform, persegui­mos a transform disfrazados de Tontolo y Bobolo.
Once: Porno. Jadeamos entre labios sin­téticos y senos de süicona que harán indis­pensable el medicamento que usted ve en pantalla.
Doce: Alguien oprime el botón del control remoto y nos apaga.

Olimpo
■ Atracción irresistible en el salón de belleza Venus.
■ Fuerza demoledora en el gimnasio Hércules.
■ Elegancia sin par en sastrería Narciso.
■ Sabiduría a su alcance en la academia Ulises.
■ Riqueza inagotable en el Banco Creso.
■ Velocidad con mensajeros Hermes.
■ Vigor con el viagra Priapo.
■ Funeraria Caronte, la única con salones de descanso eterno.

Wednesday, December 12, 2007

Las Personas Vencedoras

y

Las Personas Derrotadas

en 14 lecciones


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Cuando un triunfador comete un error, dice: “Me Equivoqué“, y aprende la lección.
Cuando un perdedor comete un error, dice: "No fue culpa mía” y responsabiliza a los otros.


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Un triunfador sabe que la adversidad es el mejor de los maestros.
Un perdedor se siente víctima durante las adversidades.


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Un triunfador sabe que el resultado de las cosas depende de sí mismo.
Un perdedor cree que existe la mala suerte.

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Un triunfador trabaja mucho y dedica más tiempo para sí mismo.
Un perdedor está siempre "muy ocupado" y no tiene tiempo ni siquiera para los suyos.


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Un triunfador enfrenta los desafíos uno a uno.
Un perdedor rodea los desafíos y no se atreve a intentar.

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Un triunfador se compromete, da su palabra y la cumple.
Un perdedor hace promesas, no se pone “manos a la obra” y cuando falla sólo se sabe justificar.


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Un triunfador dice: "Soy bueno, pero puedo mejorar".
Un perdedor dice: “No soy tan malo como otros".


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Un triunfador escucha, comprende y responde.
Un perdedor no espera que llegue su momento de hablar.


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Un triunfador respeta a aquellos que saben más y se preocupa en aprender algo de ellos.
Un perdedor se resiste a todos los que saben más y sólo se fija en sus defectos.


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Un triunfador se siente responsable por algo más que por su propio trabajo.
Un perdedor no se compromete y siempre dice: “Hago mi trabajo y ya es bastante”.


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Un triunfador dice: “Debe haber una forma mejor de hacerlo. . .”.
Un perdedor dice: “Esta es la forma en que siempre lo hemos hecho. No hay otra…".


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Un triunfador es
PARTE DE LA SOLUCIÓN.
Un perdedor es
PARTE DEL PROBLEMA.


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Un triunfador consigue "ver el bosque en su totalidad".
Un perdedor se fija sólo “en el árbol que le toca plantar".


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Monday, December 10, 2007

Comparación

Conceptos muy elementales, simples diría...
Palabras de moda en estos días, sin duda el auge en Sur América es notable, con gobiernos de tendencia Socialistas...

Socialismo
El socialismo es una ideología política que designa aquellas teorías y acciones políticas que defienden en principio un sistema económico y político, basado en la propiedad o posesión democrática de los sistemas de producción y su control administrativo por parte de los mismos productores o realizadores de las actividades económicas (trabajadores) y del control democrático de las estructuras políticas civiles por parte de los ciudadanos. En resumen empoderar a quienes realizan la vida social y economía de una sociedad en lugar de darle poder sólo a aquellos que las puedan comprar o concentrar el control de ella (e incluso elaborar mecanismos para evitarlo de raíz), de ahí su carácter originalmente anticapitalista. En principio es a esto a lo que en el siglo XIX, en el contexto de un proceso de proletarización masivo producido por el ascenso del capitalismo industrial, se denominó movimiento socialista y en algunos lugares movimiento de reforma del trabajo.

Aunque es un término político bastante cargado, permanece fuertemente vinculado con el establecimiento de una clase trabajadora organizada, creada ya sea mediante revolución o evolución social o mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin clases estratificadas o subordinadas unas a otras. El término también se ha enfocado últimamente a las reformas sociales de las democracias modernas. El concepto y término socialista se refieren a un grupo de ideologías, un sistema económico o un Estado que existe o existió.

Comunismo
El concepto de comunismo puede ser entendido de varias maneras, que han cambiado y se han diversificado a lo largo de la historia:

Es un movimiento político cuyos principales objetivos son el establecimiento de una sociedad sin clases sociales, basado en la propiedad comunal de los medios de producción, y la abolición del Estado y del capitalismo.
A ésta sociedad sin clases, que se tiene como ideal y fin último, se le llama comunismo.
A partir de la primera Asociación Internacional de Trabajadores, se asocia la palabra "comunismo" con el llamado Socialismo Científico. Este es un sistema teórico de análisis sociológico basado en los trabajos Karl Marx y Friedrich Engels que utiliza el análisis histórico de las transiciones en las sociedades humanas para postular la transición de la actual sociedad capitalista hacia otra socialista, y eventualmente hacia otra comunista.
Existen doctrinas teóricas no marxistas también denominadas comunistas, notablemente el anarquismo o comunismo libertario.
Durante la Guerra Fría, y a raíz de ella, se empezó a llamar erróneamente comunista a aquella persona que viviera en alguno de los países socialistas bajo la influencia de la URSS, y se le dio a estos países la denominación de comunistas a pesar de ser únicamente socialistas.

Capitalismo
El trabajo "La riqueza de las naciones" le concedió a Adam Smith el título de fundador intelectual del capitalismoEl capitalismo es un sistema económico surgido en Europa en el siglo XVI y concebido principalmente al menos de tres formas diferentes dependiendo del énfasis en la consideración de ciertas características como determinantes o intrínsecas -respectivamente políticas, culturales y sociales-, debido a lo cual las definiciones no se excluyen mutuamente por necesidad.

En cada caso existe una referencia en el origen etimológico de la palabra "capitalismo" a la idea de capital, y estas referencias son codependientes: quienes crean o adquieren capital permanecen como sus propietarios (capitalistas) durante el proceso de producción, la acumulación de capital es el eje central de la vida económica, y tanto el interés como la renta del capital predominan económicamente como trabajo acumulado por encima del trabajo a destajo.

Estas definiciones serían:

El régimen económico en el cual la titularidad de los medios de producción es privada, entendiéndose por esto su construcción sobre un régimen de bienes de capital industrial basado en la propiedad privada.
La estructura económica en la cual los medios de producción operan principalmente en función del beneficio y en la que los intereses directivos se racionalizan empresarialmente en función de la inversión de capital y hacia la consecuente competencia por los mercados de consumo y trabajo asalariado.
El orden económico en el cual predomina el capital sobre el trabajo como elemento de producción y creación de riqueza, sea que dicho fenómeno se considere como causa o como consecuencia del control sobre los medios de producción por parte de quienes poseen el primer factor.

Socialismo


               




¿Por qué socialismo?
Por Albert Einstein


¿Debe quien no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí.

Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no haya diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado periodo civilizado de la historia humana —como es bien sabido— ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.

Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó “la fase depredadora” del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético–social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por sí mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y —si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos— son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semi inconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad.

Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos, y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto a la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso, mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: “¿Por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?”.

Estoy seguro de que hace tan sólo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?

Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y oscuros, y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él para satisfacer sus deseos personales y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de estos diferentes y frecuentemente contradictorios objetivos, por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto “sociedad” significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad —en su existencia física, intelectual, y emocional— que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la “sociedad” la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra “sociedad”.

Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido —como en el caso de las hormigas y de las abejas—. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral han hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.

El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad, como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que quienes se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.

Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos —que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos— en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es sólo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo se sienten inseguros, solos y privados del disfrute ingenuo, simple y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente, privándose de los frutos de su trabajo colectivo —no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas—. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción —es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional— puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.

En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré “trabajadores” a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción —aunque esto no corresponda al uso habitual del término—. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es “libre”, lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados, quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de “contrato de trabajo libre” para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo “puro”. La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un “ejército de parados”. El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a esa amputación de la conciencia social de los individuos que mencioné antes.

Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.

Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros – hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.

Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?

Nueve arepas






















En días pasados... le metimos 9 arepas al magallanes, ahora LOS LEONES se acercan a la clasificación.






















Thursday, December 06, 2007


Hola, saludos a todos especialmente a todas...